miércoles, 17 de febrero de 2010

Secretaria


Creo que existen algunas profesiones que despiertan un morbo generalizado entre bastantes personas. Pero para gustos y fantasías los colores, y habrá personas que encuentren un punto erotizante en las profesiones más dispares. Personalmente, ahora mismo se me ocurren unas cuantas, pero lo dejaré para más adelante.

Hablaré de mi profesión. Yo tengo unos estudios, una carrera que nunca prácticamente llegué a ejercer porque los derroteros de la vida me llevaron por otras lindes y acabé trabajando como administrativa.
Desde hace unos años ocupo un puesto de secretaria de dirección.
Generalmente, la gente tiene una idea preconcebida de una secretaria como de una mujer elegante, esbelta, bella, disciplinada y servicial. Y quizás hasta sea el perfil general de una secretaria.
Pero para nada va conmigo. No me considero sexy, generalmente voy en pantalones, no suelo maquillarme. Creo que hago bien mi trabajo y con eso me basta y para eso me pagan.
Nunca había visto el lado de sexy de esta profesión hasta que un día entré en un chat por primera vez. No se me ocurría ningún Nick y lo primero que pasó por mi cabeza fue secretaria.
Durante días recibía mensajes en pantalla y en privado a borbotones. La mayoría eran de hombres. La mayoría de los mensajes iban desde la proposición deshonesta pero divertida hasta increíbles barbaridades.
He de reconocer que me divertí unos días, pero acabé matando a Secretaria y creé un nuevo Nick.
Uno de los mensajes de uno de aquellos tipos me describió con todo detalle cómo se imaginaba él en mi despacho, debajo de mi mesa, bajando mis bragas (él suponía que yo llevaba falda y liguero….equivocadito estaba!) y cómo empezaba a comerse todo mi conejito (palabras textuales), y yo me retorcía de placer, orgasmo tras orgasmo, mientras intentaba mantener la compostura y atendía llamadas, en las que tenía que contestar básicamente con monosílabos, mordiéndome los labios, para no delatar por mi voz o mi respiración lo que estaba sucediendo bajo mi mesa.
Esta escena me puso un montón, me subió la libido…. Esto sucedió hace tiempo, y quedó aparcado en mi memoria aunque no olvidado.
Aún hoy, en situaciones de máximo estrés en el trabajo, se me viene a la memoria como si de un mecanismo de defensa se tratase, y empiezo a sentir el húmedo deseo de que hubiese alguien bajo mi mesa. El deseo se hace a veces tan intenso, que he de levantarme, salir a por un café o a fumar un cigarrillo, para que la inquietud no satisfecha se apacigüe.
Al fin le encontré el punto morboso a esta profesión, al menos mi punto.

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