A falta de una
gran fiesta por todo lo alto, no sabía cómo despedirme de vosotros y de este
año que ya se acaba. Pensé en escribir alguna de mis absurdas historias, pero
parece que lo que se lleva estos días es hacer balance de lo vivido o nuevos
propósitos para el nuevo año.
A nivel
personal, sólo espero que el próximo año vaya a mejor porque éste, no sé si
porque acababa en trece o por qué, ha sido bastante jodido. No me hago grandes
planes: seguiré sin demasiado tiempo libre, no quiero dejar de fumar y sí
follar cuanto pueda.
A nivel del
blog: pues acabó el año sin llegar a 200 seguidores, que la verdad me hubiese
hecho un pelín de ilusión, y más cuando hace poco llegamos a estar en 199 creo.
No es nada relevante; hay seguidores inscritos que desaparecieron y hay otros
que siguen, que me comentan (en privado) y que nunca se han registrado. Sólo es
un número, y nada más.
Cierto que las
visitas a esta humilde casa han disminuido considerablemente, pero tampoco
nunca fueron demasiadas. También es cierto que yo ya no puedo dedicarle el
tiempo que antes le dedicaba. Pero mientras tenga cuatro palabras que teclear,
muchos deseos por sentir y a alguien que lo lea, seguiremos por aquí.
Sí que tengo en
proyecto abrir un nuevo blog, y algo hay ya hecho, pero el tiempo me
puede.....pero todo se andará, pasito a paso.
No sirvo para
esto de los balances, nunca se me dieron bien. Quizás sea mejor que intente
soltar una historia:
31 de diciembre,
21:00 h. La cena ya está lista, la mesa preparada y empezamos a colocarnos
todos alrededor de la mesa. En un segundo dorado vuelvo a dar gracias por tener
a mis seres cercanos más queridos un año más conmigo. La cena huele de
maravilla, mi madre siempre fue una gran cocinera, virtud que desgraciadamente
no heredé de ella.
La cena
transcurre agradablemente, entre risas y conversaciones. Mi madre alaba lo
guapa que me he puesto esta noche, aunque siempre le digo que, para cenar en
casa, será el último año que me arregle tanto....no me verá nadie, aparte de la
familia!
Me pregunta que
si me he puesto el tanga que me ella me ha regalado, rojo pasión, por supuesto,
como manda la tradición. “Sí, mamá...me lo he puesto. Pero el año pasado las
bragas que me compraste me llegaban a los sobacos, y lo de este año no cubre ni
la mínima parte que debiera cubrir. ¿Tan amorfo es mi culo que no atinas con la
talla?”
Las 22:45. Ya
hemos acabado de cenar. Mi prima, mi hermana y yo ayudamos a recoger todo para
el siguiente asalto, las uvas. Algunos todavía están tomando su postre; yo voy
preparando la cafetera, el cava ya lleva horas en la nevera, enfriándose....los
críos corretean por todo el salón, ansiosos ya por abrir las bolsas de
cotillón.
Las 23:10. Ya
está todo listo. Salgo a tomar mi café y fumar un cigarrillo al balcón. A pesar
de haberme puesto el abrigo, la noche es muy, muy fría. Me puse vestido, con
medias y liguero (aún no sé por qué ni para qué), y el tanga-hilo-dental que me
ha regalado mi madre aún abriga menos.
Mi padre me
dice: “Me hubiese gustado que esta noche no estuvieses aquí”. Sonrío. Hace
varios días le dije que si me tocaba la lotería, esta Nochevieja la pasaría
fuera de casa, viajando, lejos, quizás sola, pero lejos... Y él, viendo el
brillo en mis ojos, me dijo que si era mi deseo, prefería que la pasase fuera
este año. Pero no, no tocó.
Las 23:23. Miro
casualmente el reloj y me parece una hora màgica en una noche mágica. De
pronto, me falta el aire, necesito respirar,...Cojo otro cigarrillo y salgo por
la puerta, gritando a mi madre que voy a bajar la basura. Cierro la puerta
mientras la oigo gritar que me he olvidado la bolsa.
Bajo, salgo a la
calle, enciendo un cigarrillo. Respiro. El aire es frío. Debo volver. Al ir a
entrar al ascensor, se acerca un hombre por detrás. Se sube conmigo. Los dos
vamos a la quinta planta.
No hemos llegado
al segundo piso cuando me abraza, me besa, me toca el culo...pero ¿de qué va?
Probablemente vaya bebido o algo. Me ha gustado cómo sabe, pero no es una
situación normal, no sé quién es ni a lo que me enfrento...Me aparto sin ser
demasiado brusca y dirijo mi mano hacia el botón de alarma.
Me agarra de la
mano, la retira y el le da al botón de parada. Reconozco que estoy algo
asustada. Me vuelve a besar y esta vez mete su mano por mi escote. Unas manos
cálidas, suaves, ya no siento tanto miedo.
Se aparta,
vuelve a hacer bajar el ascensor hasta la portería. Me agarra de la mano y me
conduce hasta el hueco de la escalera. Está muy oscuro, apenas se puede ver
nada, pero está apartado del pasillo principal de entrada al edificio.
En el hueco de
la escalera, me arrincona contra la pared, y me besa, muerde mi cuello,
pellizca mis pezones...me parece estar loca, pero no puedo negarme a ese
placer, a esa voràgine de sensaciones.
Con una mano, me
sube el vestido y la introduce sin demasiado esfuerzo por debajo del tanga
minúsculo. Me muero de placer, deseo que sus dedos me penetren, que me follen
ya, ahora mismo..... y él así lo hace.
No sé cuánto he
tardado en correrme, pero ha sido muy rápido. Mientras él se abre su pantalón y
saca su enorme, reluciente y endurecida polla, aparto un momento la vista para
mirar el reloj. Son las 23:35
“Deberíamos
irnos, mi familia me espera para las doce campanadas”... y como respuesta, y
sin saber cómo, me alza, y estoy rodeándole con mis piernas, mientras noto cómo
su enorme polla me penetra, dura, arremetiéndome contra la pared....”doce
campanazos te voy a dar ya con mi badajo”....
Y sí, una, y
otra, y otra....grito de placer y ya no me importa la hora que pueda ser ni
quién pueda ser él.
Me incorporo, jadeante
aún,...Son las 23:50. Echo a correr hacia el ascensor, llego a casa. Mi madre
está alterada porque pensaba que ya no llegaría; llego algo jadeante aún pero
no hay tiempo para explicaciones ni inventarme excusas. Las uvas están
preparadas, el cava en las copas, mi padre pidiendo silencio para que lo
oigamos bien y no volvamos a confundir un años más los cuartos con las
campanadas de verdad....
Llaman al
timbre. Son las 23:55. No esperamos a nadie más; me pregunto quién puede venir
a dar el coñazo justamente a estas horas.
“Pasa, pasa,
Joan, corre, date prisa que no llegamos.....que van a dar ya las campanadas!”.
Mi madre llega apurada por el tiempo, trayendo casi a empujones....al tío que
me acababa de follar dejando parte de mi perfume y mi piel en la pared del
recoveco de una pared. “Chicos, es nuestro nuevo vecino, luego os explico....es
que estaba solo esta noche....”
Mi padre la
manda callar. Empiezan los cuartos. Todos tenemos nuestras uvas en la mano y la
copa de cava delante. Una, dos, tres...cada uva que entra en su boca debe
llevar impregnado en sus dedos mi sabor....Nos miramos, sonreímos,...Ya
tendremos tiempo de presentarnos y hablar sobre lo que acababa de suceder.
De momento, nos
deseamos Feliz Año Nuevo!